Al levantarse, Pedro pisó el dinosaurio de Adrián, se puso la ropa de faena y salió de casa.
El ascensor estaba en la última planta, así que decidió bajar
por las escaleras.
En el muelle saltó a bordo, su hermano arrancó por
fin el motor y salieron del puerto rumbo al caladero. Sería mediodía cuando estaba con
la pequeña daga aviando el pescado, hacía días que no ganaban nada por la
maldita alga invasora, mientras. el puerto se hacía de millones gracias a los
barcos contenedores que traían esa plaga que los arruinaban